Jugar con astucia : 3G y Berkshire Hathaway siguen apostando por el arbitraje

Hoy hace casi dos años escribíamos sobre la reaparición de los llamados «instintos animales» en el mercado, la LBO de Heinz por parte de Berkshire Hathaway y 3G, y el importante papel que desempeñó la deuda en esa operación. Ayer, Heinz anunció sus planes de fusión con Kraft Foods para crear la quinta mayor compañía del mundo en el sector de alimentación y bebidas. En el marco de la operación, Berkshire Hathaway y 3G invertirán 10.000 millones de dólares adicionales, a través de un dividendo especial a los accionistas de Kraft, para lograr una participación mayoritaria del 51% en el capital de la compañía combinada.

En el informe anual de 2014 de Berkshire Hathaway, Warren Buffet describe los criterios que rigen sus decisiones de adquisición, muchos de los cuales se cumplen en este caso. En primer lugar, la compra debe ser de gran magnitud y la compañía debe mostrar un historial de generación de beneficios constante, buenos niveles de rentabilidad de los recursos propios y un endeudamiento bajo o inexistente. Además, debe contar con un sólido equipo directivo, tener un negocio sencillo y tener precio de venta (es decir, que pueda adquirirse sin dilación). Y digo «muchos» de estos criterios, porque uno de ellos no se satisface: a fin del ejercicio fiscal 2014, las obligaciones a largo plazo de Kraft ascendían a 8.600 millones de dólares. Heinz también tiene una considerable deuda (14.000 millones), aunque ambas cifras deben tenerse en cuenta en su justo contexto.

En ese mismo informe anual, Buffet destaca las virtudes de Berkshire Hathaway y su capacidad para «asignar capital de manera racional y a un coste mínimo». Además, afirma que Berkshire tiene la capacidad de «mover cantidades importantes de dinero desde negocios con oportunidades limitadas de inversión incremental hacia otros sectores más prometedores». No cabe duda de que tanto él como su socio Charlie Munger tienen un historial envidiable haciendo precisamente eso, aunque podría decirse que el péndulo se inclina cada vez más a su favor.

Es muy poco probable que hoy se puedan contemplar LBO de tal envergadura como las orquestadas conjuntamente por múltiples firmas de private equity con anterioridad a la debacle de Lehman Brothers, como fueron las de Caesars, TXU, Freescale y Clear Channel. Incluso si fueran factibles operaciones como esas, satisfacer el requisito de rentabilidad del capital de un 15% a un 20% sería difícil teniendo en cuenta la tendencia alcista que han mostrado la mayoría de los mercados de renta variable en los últimos años.

No obstante, Berkshire Hathaway ha consolidado su posición como un gigante que puede seguir recurriendo a unas ingentes cantidades de liquidez, así como a una reputación sin tacha que le permite financiarse de forma muy barata en los mercados de renta fija. Aunque la firma ha expresado un desagrado general por la deuda, su disposición cada vez mayor a endeudarse le costó su calificación AAA/Aaa hace unos años. Asimismo, se diría que la financiación baratísima disponible en los mercados de renta fija ha sido demasiado atractiva como para ignorarse: solo este mes, Berkshire Hathaway ha captado 3.000 millones de euros de los mercados de crédito europeos. Con un coste ponderado medio de financiación de un 1,2% hasta 20 años, la firma cuenta con una enorme capacidad de arbitraje que nadie puede igualar. Pese a la revalorización protagonizada por los mercados de renta variable, una rentabilidad por beneficio implícita del 6% al 7% todavía parece atractiva si una parte significativa de los costes de financiación a plazo están cerca de cero.

Teniendo en cuenta que los bancos centrales continúan garantizando una liquidez abundante, es probable que Berkshire Hathaway siga disfrutando de su posición privilegiada. Mientras tanto, todo apunta a que seguirá habiendo oportunidades de arbitraje, con lo que no tardarán en vislumbrarse nuevas operaciones de gran tamaño en el horizonte.

El valor de las inversiones fluctuará, por lo que el precio de los fondos puede subir o bajar, y es posible que no recupere la inversión inicial. Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.

Stefan Isaacs

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